domingo, 16 de septiembre de 2012

Banksy, el sujeto subversivo más buscado de U.K


Hablar de Banksy es hoy en día como citar en su momento, en plena década ochentosa, al artista neoyorquino de graffiti Keith Haring. La comparación se traza a partir de cierto paralelismo que los une: el arte urbano callejero ‘express’, ese que irrumple la atención de los transeúntes mundanos infiltrándose en sus grises vidas, aportando un poco de color y un mensaje contestatario que no pase desapercibido para el peatón promedio.
Estamos hablando de un tipo de arte elaborado a partir de técnicas fácilmente reproducibles como el graffiti o el stencil con plantillas, de trazos sintéticos y concisos pero de figuras emblemáticas culturales distinguibles a años luz de distancia. Aplicado a ellas, se refleja un sarcástico humor que recae en lo bizarro, kitsch y en la más pura ironía con un enfoque socio-político de plan crítico.
Estos maestros de lo efímero buscan la fugacidad en sus obras, la adrenalina de expresarse a tientas jugando a las escondidas sin ser descubiertos. Junto con la policía entran en una persecución lúdica que recuerda a la relación del gato y el ratón. Lo curioso es que son ambiciosos en cuanto a que no les bastan los límites perimetrales de una hoja o un bastidor para plasmar su mensaje. Su deseo apunta a mayor escala: intervenir en la vía pública con cuanto espacio se topen (paredes, estaciones de metro, gigantografías publicitarias, banners, etc).
Quizás a priori el pseudónimo artístico de ‘Banksy’ bajo el que se oculta la identidad de Robert Banks o Robin Banks (supuesto nombre que le adjudicó la prensa de fonética similar a ‘robbing banks’) no les es del todo familiar. Pero si recuerdan vagamente la portada del disco ‘Think Tank’ de Blur, entenderán e identificarán los rasgos característicos de este artista moderno.
Oriundo de Bristol, vivió de cerca la movida underground de mediados de los ochenta, que combinaba artes visuales con música. Entre sus principales influencias se encuentran el movimiento Ad Jammer, los trabajos del francés Blek le Rat y la banda anarco-punk Crass , que usaban al stencil como medio de protesta propagandística anti-bélica, anti-capitalista y anti-xenófoba. Antes de largarse a pintar, la actividad de Banksy consistía en intervenir museos colocando obras que producía que parodizaban a las que se encontraban en los establecimientos de arte y antigüedades. Siempre permaneciendo incógnito, con un signo de pregunta en su rostro, dando sus pasos a tientas. Hay quienes dicen haberlo visto, pero no revelan ningún dato concreto al respecto de su procedencia u orígen. Lo cierto es que es un mito viviente inglés, el mejor secreto guardado de las tierras anglosajonas. Resulta ser como un superhéroe enmascarado que deja su legado de beneficencia en momentos en que nadie esta presente registrando los hechos.
En la formación, es innegable que Banksy heredó cierto factor de la escuela del pop art: la cuestión de descontextualizar personajes o íconos mundiales y colocarlos en situaciones absurdas de extrema incoherencia, desafiando el poder de asimilación y el grado de comicidad del flujo de personas que día a día merodean sus cosmopolitas obras. Así es como vemos por ejemplo a los felices Ronald Mc Donald y Mickey Mouse tomando de sus brazos a una raquítica niña pobre sobreviviente de la guerra de Vietnam, denunciando la explotación tercermundista escudada bajo la imágen inocente y mofona de un payaso y ratón de fama y alcance global.
Mismo, una de sus obras muestra a Jesucristo crucificado con bolsas de compras colgando en cada una de sus manos, poniendo en claro que hoy se ha hecho de la religión una gran industria comercial. A lo que él observa con acidez en su libro ‘Wall and Piece’ como una conducta masiva a escala social:’ No podemos hacer nada para cambiar al mundo hasta que el capitalismo quiebre. Mientras tanto podemos ir al shopping y consolarnos.
Sin dudas, este activista militante silencioso no teme meter el dedo en la llaga y es considerado como el ‘artista del pueblo’ por vociferar con imágenes los conflictos del mundo posmoderno.
Hay un ‘fenómeno Banksy’ que se acrecentó estos últimos años, a medida que cobró mayor renombre debido al misterio y a la desinformación acerca de quién es y debido a la alta cotización de sus trabajos, realizados por encargo para cientos de celebridades. Pero lo más curioso es que, así como ocurrió con otros movimientos pictóricos a lo largo de la historia, algo que comenzó teniendo un manifiesto que iba contra los principios del establishment, terminó resultando funcional para él. La prensa lo ama, adora estar expectante ante una nueva declaración u obra suya, quieren todo el tiempo encontrarlo para fotografiarlo ‘con las manos en la masa’, en plena acción, con el fin de develar su persona. Y, por más que él pinte en favor de la clase marginal o baja, tiene un nivel de fama tan grande que lo catapultó a que sólo un público rico tenga acceso de adquirirlo, pese a que sus obras sean democráticas y estén a la vista de todos en la calle. Según muchos, Banksy terminó cayendo en lo mismo que criticaba, ya que hoy colabora benéficamente con entidades capitalistas multinacionales como Greenpeace y para empresas como Puma y MTV. Vemos que este ‘vándalo profesional’ (como los detractores lo denominan), frente a sus actitudes subversivas de rebeldía, lejos de la ira que espera generar, tiene una respuesta favorable del mercado. Este responde mercantilizando sus obras como en los antiguos mecenazgos, subastándolas en Sotheby’s, sin distinguir su significancia ni su concepto, tratando temas como la pobreza, la injusticia, el hambre, el imperialismo y el racismo como meros objetos de compra y venta de una élite pudiente.
En un documental ficticio en el que aparece su rostro encapuchado y pixelado (‘Exit Through The Gift Shop’), todas estas cuestiones contradictorias se abordan. Banksy intenta quebrantar los centros urbanos y espacios populares quitándoles esta idea de materialismo y comercio, extrayendo la idea superflua que imponen de diversión y esparcimiento, dejando la verdad al desnudo: la violencia y la diferenciación social que generan las políticas globalizantes capitalistas. Sin ir más lejos, en sus propias palabras resume ‘ A wall is a very big weapon. It’s one of the nastiest things you can hit someone with’. Y vaya si lo logra.
Recomiendo su site:
www.banksy.co.uk



Txt: María Gudón









Nota escrita para UltraBrit



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