domingo, 16 de septiembre de 2012

Iggy Pop y sus caricias preliminares para la noche



Es sabido que Iggy Pop vivió sus años dorados de pubertad al extremo, ajustándose a la ecuación de la tríada de 'sexo + drogas + rock and roll' mejor que nadie.
Narrar sus epopeyas y episodios con mujeres y estupefacientes sería anecdótico, puesto que estuvo al borde del abismo innumerables veces. Su experiencia resulta increíble: tuvo más vidas que un gato y,por andar rozando con los excesos y vicios vinculados a la fama de 'rockstar', prefirió caminar en lo que su colega Lou Reed denominaría 'la senda del lado salvaje'.

Pero los tiempos que corren lo encuentran en una faceta de adultez y madurez muy lejana a aquel caótico ritmo irrefrenable de vida que llevaba en sus días de purrete. Los años le llegaron como las arrugas en su frente, y con ello, nuevas inquietudes y posicionamientos frente a la música emergieron.

Lo único que conserva del pasado es esa expresión picarezca en su corroído rostro, el cuerpo magro, fibroso y liso como una tabla de planchar con el que se contorsionaba y serpenteaba en escenario cual reptil y, el tono grave y barítono de su timbre vocal.

Aunque sus graznidos distorsionados hoy fueron sustituídos por susurros ronroneantes y armonías melódicas de mayor sutileza, que se encargaron de instalarlo en el campo 'crooner'.
Iggy Pop dejó de ser ese desgarbado muchachito salido de la escena del reviente para transformarse y ponerse el traje de un elegante cantautor de temas noctámbulos que hace gala al cocktail y al erotismo sugerente.

'Preliminaires', su último álbum de estudio salido en el 2009, se comporta justamente para ser redundantes, como un 'juego preliminar' previo al acto central y orgiástico. Es una colación anterior al plato principal: mimos al oído, mucha piel, tacto sensorial y masajes en forma de canción llenas de suavidad, entonadas por la aguardentosa y avejentada voz de Iggy, producto de la ingesta de tanta nicotina y alcohol, que, pese a que conllevaron a su autodestrucción, hoy le dan un plus generando en el nuevo sonido del músico una atmósfera que alterna entre el jazz y la música que podría oírse en solitarias tabernas que refugian sentimientos embriagados.

El disco arranca con un cover clásico del italiano Yves Montand, 'Les feuilles mortes', en una sensual y no tan melancólica versión que antecede a la monocorde 'I want to go to the beach', anclada en un estilo que remite a Leonard Cohen.

El cabaretero corte de difusión 'King of the dogs' es el tema 'intruso e infiltrado' que contrasta con el resto del álbum, probablemente sea el punto más alto del mismo.
Es inevitable dejar de nombrar la influencia de Serge Gainsgourg en la chanson française, y evidentemente, Iggy Pop lo tuvo en cuenta al momento de grabar 'Je sais que tu sais', pero en lugar de acudir ante la búsqueda femenina y susurrante de Jane Birkin, optó por la presencia de Lucie Aimé.

Quizás el momento en que se saca el disfraz de señorito francés y retoma el gusto por el rock intravenoso que siempre tuvo como componente esencial se da en 'Nice to be dead' o en la crudeza y baja definición de sonido del spaghetti western 'He's dead / she's alive', que es practicamente idéntico al último track del disco.

Hay algo que es sumamente atractivo en 'Preliminaires' y como contraparte, hay algo que falla.
Quizás el punto a favor sea ver a nuestra legendaria iguana zambullida en nuevas aguas de cambio, haciendo peso de su edad con nuevo y jugoso material. Pero lo que no le jugó demasiado a favor fue ponerse tan redundante y forzoso con impostar la imágen de 'cantante-serio-cultor de la elegancia', puesto que el álbum en más de una ocasión se vuelve denso y reiterativo. Por momentos se producen baches, quizás por el órden de selección de temas, que se repite en melodías y cae en lugares comúnes explorados cientos de veces por curiosos del género.

De todos modos, el mote de lagarto camaleónico no fue puesto de manera antojadiza, a algo se debe: quizás a la trayectoria que lleva en la desértica carretera,(ruta en la que hoy pocos siguen siendo sobrevivientes), o a lo mejor debido al cambio de piel, la metamorfosis y la transición que representa dejar un estilo musical para envolverse en la tez de otro.


Material discográfico complementario de este disco:

- Serge Gainsbourg - L' histoire de Melody Nelson (1971)

- Leonard Cohen - Songs of love and hate (1971)

- Tom Waits - Nighthawks at the dinner (1975)

- Nick Cave & The Bad Seeds - Your Funeral... My Trial (1986) / Murder ballads (1986)

- Calexico - Hot Rail (2000)

- Tindersticks - Tindersticks I (1993) / Tindersticks II (1995) / Waiting for the moon (2003)

- Divine Comedy - A short album about love (1997)

- Scott Walker - Scott 3 (1969)


Txt: María Gudón











Nota en colaboración con el recomendable blog El Caracol Sordo


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