domingo, 16 de septiembre de 2012

Radiohead – Amnesiac



Pulsar la tecla ‘play’ con este disco es algo así como intentar prefigurar mentalmente los acontecimientos en órden alterado previos a un ataque de amnesia a corto plazo (¿recuerdan ‘Memento’ de Christopher Nolan?).
El quinto álbum de los Radiohead provoca una sensación parecida a la de abrir los ojos luego de un accidente, para despertar en un hospital y no comprender donde esta uno ni como llegó hasta ahí.
Cada canción actúa como un fragmento episódico anacrónico, dentro de la reconstrucción de una distorsionada historia tan confusa como enrarecida de narrar. Son pistas cargadas de información para resolver, un entramado de cuestiones a las que es preferible no rememorar del todo bien porque, de hacerlo, se presentaría el riesgo de ingresar al borde de colapso mental acompañado de una crisis nerviosa y severa depresión.
Nietzsche decía que no existen las verdades absolutas, sino interpretaciones subjetivas de los hechos acordes a la experiencia de cada ser. Y los temas de Radiohead tienen algo de cierto en esto: son esa clase de verdades que uno prefiere inventar y creer en su cabeza, porque la realidad que esta fuera de ella es más dura y perversa de lo imaginable.
Thom Yorke y los suyos de Oxford nos tienen acostumbrados a estos caprichosos pasajes anímicos antagónicos y bipolares. Pero en lo que va de Radiohead nunca fueron tan bruscos como en esta placa. Ni siquiera la producción a cargo del uniforme Nigel Godrich (Air, Paul McCartney, Travis, Beck) los extrajo de esta línea sonora tan atípica en su carrera.
Ya hojeando las páginas del oscuro booklet, diseñado e ilustrado por Stanley Donwood (que también colaboró con ellos en el venerado ‘OK Computer’ y en el no tan apreciado ni reconocido ‘Hail to the thief’), se puede obtener esa sensación caótica y perturbadora: letras morbosas mecanografiadas de forma incompleta y a medias, frases delirantes desperdigadas en el aire y garabatos de dibujos infantiles aprisionados en una coraza de ira y soledad, situados en paisajes de infinita desolación.
Amnesiac pasea por climas de lo más variopintos: hay viajes en un tiempo flotante y subconsciente (ver ‘Pyramid song‘), disonancias asimétricas en la rítmica típicas del IDM ( ‘Packt Like Sardines [...]‘ es el caso más evidente, a un nivel que incomoda pero que no desentona con el resto de los temas). En ‘I might be wrong‘ encontramos una especie de western futurista ideal para ambientar espejismos desérticos.
Pero en momentos como en la fúnebre marcha de procesión ‘Morning bell‘ o en la vaudevillezca y jazzera ‘Life in a glass house‘ es cuando la agrupación muestra que no es simplemente una ‘pose’ lo de hacer música deprimente y marginal. Sino que hay peso y carga emocional muy auténtica y sentida detrás de estas composiciones.
Los días en que ‘Creep’ sonaba en las radios y las puertas del imperio norteamericano se les abrieron de par en par, ya son cosa del pasado. Hoy el material que se traen entre manos tiene filtros, no viene tan directo ni fácil de digerir (en buena hora!). Su sonido se convirtió en un enigma indescifrable que obsesiona a más de uno, obligándolo a escuchar repetitivamente el disco una vez que decantó el mensaje y cayó la ficha de lo que trata. (Aunque esto puede llegar a no ocurrir jamás en caso de abandonarlos en la primera instancia de oída).
Si bien la humanidad está empecinada en encontrarle un sentido circular y comprensivo a todo, permanecer alerta ante esta búsqueda con Amnesiac es en vano, puesto que ese objetivo es tan inaccesible como la intrincada mente creativa de Yorke.
Con el tiempo, Thom en lugar de adoptar una actitud extrovertida, desconfía del mundo y se aisla herméticamente en sí mismo y en su cosmos ilusorio, optando por ser huraño ante las formas conocidas. Así los vemos hablando su propio lenguaje y evitando el contacto con el medio de lo ‘socialmente aceptable’, parándose ante lo familiar como un completo desconocido que lo olvidó todo y que debe arrancar nuevamente desde cero. 

  

*Recordemos que originariamente, Amnesiac estuvo pensado para ser lanzado a la venta junto con el antecesor ‘Kid A’, en un disco doble, dado que ambos fueron gestados en continuidad dentro del mismo período de sesiones de grabación, manteniendo la misma línea experimental y alienada en el sonido. Pero por cuestiones discográficas y porque consideraban que realmente había un corte de diferenciación, vieron la luz por separado. Según los Radiohead ambos discos funcionaban como ‘hermanos gemelos separados al nacer’ , aunque Amnesiac resultaba ser como los lados B de Kid A. De todos modos, hay registro de esta unidad fusionada en un álbum en vivo titulado ‘I might be wrong’.
Txt: María Gudón




Crítica de disco escrita para UltraBrit


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