miércoles, 10 de diciembre de 2014

Boyhood: para vivir hay que saber recordar



Una frase popular reza: “el adulto creativo es el chico que ha sobrevivido después que el mundo tratara de matarlo haciéndolo crecer. El adulto creativo es el chico que sobrevivió a la suavidad de la escolarización, las palabras inútiles de los malos profesores y las maneras no dichas del mundo. El adulto creativo es simplemente eso, un niño”. El director Richard Linklater y los personajes de sus películas bien podrían representarse bajo el poder de estas palabras acuñadas por Ursula K. Le Guin, puesto que conservan la frescura, la inocencia en miradas y diálogos, la curiosidad y esa sed por conocer la vida hasta exprimir su última gota, amén del corrompido y mórbido mundo en el que habitan. Pero de toda la filmografía, es en Boyhood donde esto se destaca con mayor acento.

Boyhood básicamente es un relato coming of age con todo lo que eso implica: la llegada del crecimiento, el pasaje de la niñez a la adolescencia y la formación de la personalidad. Existen tantas películas rondando el tema que ya se lo podría considerar un nuevo género dentro del cine teenager. Generalmente estos films de corte I-Sat rondan en torno a ideas comunes: pibes rebeldes, fugitivos, con ganas de experimentar con sexo y drogas, con conductas problemáticas en la escuela y con pasatiempos que mantienen en vela y consternación a sus padres (se puede tomar como manual Kids, Spring Breakers o Thirteen). Boyhood se diferencia sacando ventaja un paso más adelante porque, pese a ser un reflejo de la vida cotidiana, no cae en lugares comunes y mueve las piezas desde la sensibilidad y la empatía con el espectador, no desde la escandalización o la violencia. En esto Linklater sigue el mandato cinéma-verité de viejos maestros como John Casavettes o Francois Truffaut, contemplando con humanidad y vulnerabilidad a los actores desde todos los ángulos, con sus aristas favorecedoras y sus asperezas a limar. Continuando con la comparación con el crítico francés de Cahiers, hasta utiliza un recurso similar al que éste empleó con Antoine Doinel, su adorable alter ego encarnado por Jean-Pierre Léaud, en quien depositó experiencias personales por dos décadas. Mientras se ve a Doinel crecer en cinco largometrajes distintos, en las casi tres horas que dura Boyhood, se reflejan impresionantemente 12 años (filmados en tiempo real!) de la vida de Mason (desde el babyface de 6 años hasta el teen barbudo y acnéico de 18), todo un experimento paciente y original para la meteórica industria audiovisual de estos tiempos. Éste fue el gancho con que el film cautivó y dio que hablar a algunos espectadores, aunque, lejos de valerse exclusivamente del destacado mérito, el recurso no deja de ser un detalle que brilla dentro de la gran historia que forma el todo.

El tiempo es la temática principal de la película y se va manifestando a través de los cambios físicos de los actores y mediante las distintas referencias culturales (las canciones elegidas, la convención de lectores de Harry Potter, el cambio en los videojuegos (con el pasaje del Gameboy a la Playstation y a la Wii), la interacción a través de las redes sociales o las elecciones presidenciales con Obama como candidato firme post guerra de Irak.


Boyhood es la historia de Mason (interpretado por Ellar Coltrane), un chico común y corriente dotado de una sensibilidad especial al que, desde el vamos, se lo presenta mirando el cielo, reflexionando sobre la existencia de la magia y los elfos o estando absorto en la pantalla de TV pero teniendo el radar alerta a lo que acontece a su alrededor. A diferencia de su extrovertida hermana mayor Samantha (caracterizada por Lorelei, hija del director), Mason calla y observa cómo se mueve todo con su mirada transparente, atenta e impoluta, como si estuviera en un carrousel esperando recibir la sortija. Y en esas vueltas de la vida acontecen muchas cosas grandes y pequeñas: la separación de sus padres (que, siendo jóvenes e inexpertos cometen errores y aciertos en su educación),  los flirteos de su madre con otros hombres, las charlas y enseñanzas de su padre, las múltiples mudanzas de barrio, despedidas de amigos y el comienzo en nuevas escuelas.

Su padre bohemio (Ethan Hawke), en medio de una confusión se distancia yéndose a Alaska para luego acercarse para recuperar la relación y el tiempo perdido, inculcándole el gusto por la música (ver la escena en que le regala el compilado de The Beatles), el diálogo interesado y abierto con las mujeres a partir del cuestionamiento y la especialización en una actividad artística que lo llene para emprender un viaje cultural profundo (no es casual que el chico elija ser fotógrafo). Su madre Olivia (Patricia Arquette), que al principio ejerce la responsabilidad soltera, se mete de lleno en el estudio, se dedica a la docencia y en ese ámbito se vincula con relaciones tóxicas (parejas con conductas abusivas que recitan el ABC del "Buen Ciudadano Americano" y defienden la disciplina pero no pueden sostenerse por sí mismas como ejemplos). Ambos, si bien toman decisiones egoístas descuidando las consecuencias que pueden tener sobre sus hijos, hacen las cosas pensando en dejar una marca de superación personal para trascender, intentando, al igual que el tutor de una planta, guiar el camino de ellos respetando su esencia al mismo tiempo que prueban (no siempre con buenos resultados) afincar sus propias raíces. No se juzga ni condena la naturaleza de nadie, solo se muestran las debilidades y fortalezas de las personas y cómo con el tiempo ciertas estructuras (familiares, amorosas, fraternales) pueden adquirir un temple de acero o comenzar a agrietarse. Por esto la proyección-introyección es inmediata. Acá no hay máscaras ni juicios de valor: solo personas sensibles afrontando situaciones, guiadas por sus voces internas a través de la espontaneidad y fluidez de las elecciones que toman. 

En medio de todos los vínculos humanos y lo que le ocurre a los otros, en el “durante” (o el be here now del que Harrison habla), se muestra qué pasa con el protagonista, a través de una serie de hechos que para el presente pueden significar trivialidades pero para el futuro grandes revelaciones: fiestas en las que se saborea la primera cerveza, se da la seca al primer porro o un primer beso, trabajos rutinarios con los que no hay identificación que solo aportan seguridad y formación, charlas con profesores apasionados que alimentan a perseguir los sueños y a no dormirse en la facilidad del talento natural sino a trabajar duro para lograr metas, primeros encuentros amorosos (y dolorosos) que pueden decepcionar pero abrir puertas para otros más afines, nuevas amistades que hablan por uno o los miedos de dejar atrás el nido y comenzar la etapa universitaria saliendo solos al vacío de la ruta, tomando el volante de las decisiones.

Por todas estas razones es difícil describir a Boyhood sin caer en el oxímoron complejo-simple de delinearla como “una película sobre la vida misma”. Es un devenir elíptico de ciclos (crecimiento-desarrollo-cierre de etapas) en los que se presencia la evolución a partir de todos los fragmentos conglomerados que forman las etapas de la vida. El ejercicio de ver la película no deja de ser emotivo: vemos desfilar ante nuestra retina las postales de la infancia como si mirásemos diapositivas a través de un proyector: lo que elegimos y cómo elegimos recordarlo ante una imagen disparadora, lo que nos quedó como una marca tatuada en la piel, lo que moldeó la personalidad, lo que nos persigue hasta hoy y aquello que perdimos en el camino y ya no está más. Si al salir del cine pudimos hacer ese ejercicio de desmenuzar las propias memorias con la misma fragilidad, observación y pureza que Linklater, hay una seguridad con la que estar tranquilos: somos chicos que sobrevivimos...esos mismos adultos creativos de los que habla Le Guin, mediados por vivir sujetos a un momento consciente y entregándonos, sin certezas, a que éste se apodere imprevisiblemente de nosotros. Es que, a fin de cuentas, eso es lo que somos: relatos extraordinarios por ser descubiertos que, cotidianamente, transitamos de forma desapercibida para la mirada acostumbrada que cree ya haberlo visto todo.



Txt: María Gudón












Playlist


viernes, 5 de septiembre de 2014

Gustavo Cerati: De aquí a la eternidad a través de su música



Ayer la comunidad musical recibió la mañana con una noticia de tristeza infinita: tras cuatro años en coma por un ACV en Venezuela (donde dió su último concierto), Gustavo Cerati falleció a sus 55 años en la clínica ALCLA (Nuñez) donde permanecía internado. El motivo del deceso fue un paro respiratorio, según comunicó públicamente su familia en la página y las redes oficiales del músico.
Miles de fans y artistas allegados hicieron cuadras de cola para despedirlo en la Legislatura Porteña y, ante la pérdida, se decretaron dos días de duelo.
La noticia sorprendió porque los partes médicos venían siendo estables (especialmente desde la última actualización en su cumpleaños) y no demostraban mayores complicaciones o riesgos. Si bien tras el accidente Gustavo se encontraba en estado vegetativo, su muerte no dejó de asombrar y provoca un gran vacío en el mundo de la música.
Cerati fue un artista vanguardista que se nutrió de las tendencias internacionales y las adaptó a la cultura rockera local, importando a sus sonidos desde el trip hop cargado de loops y samplers pasando por el shoegaze y lo sónico, el pop con pinceladas góticas y los beats electrónicos hasta el folk acústico. Disco a disco, tanto al frente de Soda Stereo como en sus pasos solistas, se desafió a sí mismo y al oyente con nuevas búsquedas, rompiendo el esquema de lo que había hecho anteriormente y saliendo de su zona de confort para explorar nuevas rutas. Siempre sonó con una pulcritud, precisión y un buen gusto que nada tenía por envidiarle a cualquier artista extranjero.
Sus shows eran de avanzada, contaban con una infraestructura, juego de luces y proyecciones de última tecnología, escoltados por una banda de talentosos (Fernando Nalé, Fernando Samalea, Leandro Fresco, Richard Coleman y Anita Alvarez de Toledo) que hacía que ese engranaje sonara con total profesionalismo y frescura.
Por estas razones (producción de alto nivel, ejecución de la guitarra con maestría, voz exquisita, imagen cuidada, letras poéticas y abstractas) y por su coherencia artística, consideramos a Gustavo Adrián Cerati un músico conceptual de primera línea y celebramos que haya sido nombrado en agosto Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
Así lo recordamos con algunos de sus mejores temas. Buen viaje maestro, ahora pasaste a la inmortalidad con tu obra.

Colores Santos
Un disco avanzado que resulta moderno hasta para nuestros días. Colores Santos salió en 1992 y marcó un momento único de fusión creativa entre Cerati y Daniel Melero. Canciones nocturnas que coquetean con el pop ambiental y las pulsiones electrónicas




11 Episodios Sinfónicos
Gustavo se arriesga a llevar sus canciones al campo sinfónico-orquestal y logra revestirlas de dramatismo y sofisticación ornamental. Todo encaja a la perfección: la locación del concierto especial en el Teatro Colón, su atavío (ese sobretodo simil al que usaría “El Principito”, diseñado por Pablo Ramirez) y la numerosa orquesta dirigida por Alejandro Terán.




Amor Amarillo
Un disco soleado y brillante de corte 100% pop. Por aquel entonces Gustavo estaba concentrado en la intimidad del seno familiar y eso, en parte, se nota en las canciones “Te llevo para que me lleves” (en la que participa su ex mujer Cecilia Amenábar, que por aquellos tiempos estaba embarazada de Benito) y “Lisa”, un track que bautizaría a su hija tres años más tarde. Las vibraciones electrónicas se dejan escuchar en “Pulsar” y las guitarras alternativas reclaman su lugar con “Av. Alcorta”.




Bocanada
Cerati es uno de los pocos referentes locales que supo hacer una bajada del movimiento trip-hop. Junto a Flavio Etcheto, Leo García, Rudie Martínez y otros músicos de la camada, creó un álbum de climas cool , generando un patchwork o collage sonoro a partir de capas de samplers. Abundan los climas sensuales y noctámbulos ( en“Tabú” que se da el lujo de samplear a Spencer Davis Group, “Beautiful”, “Verbo Carne” y “Paseo Inmoral”), los pasajes instrumentales colgados y la estabilidad mid-tempo (“Río Babel”, “Engaña”).
Una verdadera bocanada de aire fresco que irrumpe en la escena por 1999




Siempre es Hoy
La tendencia por el 2002 se centra en el pop con sintetizadores y sutiles arreglos de guitarra (en Argentina conviven muchas bandas dentro del campo dedicadas al género: Bristol, Proyecto Verona, Miranda, Adicta, Entre Ríos, Altocamet). Gustavo inocula su música con estos rasgos y produce el disco más electrónico de su carrera, en parte influenciado por otros proyectos como el soundtrack del film lisérgico +Bien (en el que actúa junto a Ruth Infarinato) y en parte por arrastrar la marcha bailable de su proyecto techno Plan V. Como evidencia de esto, al año siguiente sale el disco de reversiones de Siempre Es Hoy, con mixes a cargo de renombrados Djs y productores de la escena nacional




Ahí Vamos
El cuarto disco corta por lo seco con la búsqueda anterior para subir el volúmen a tope, pisar el pedal de distorsión y entregar riffs de guitarra bien rockeros (“La Excepción”, “Dios Nos Libre” o “Bomba de Tiempo” son ejemplos). Las baladas pop siguen en vigencia por momentos y tocan su pico más alto con “Adiós”, “Crímen” y “Lago en el Cielo”




Fuerza Natural
Las influencias se detienen en el country y el folk de los setenta. Cerati logra una obra mística muy ligada a la naturaleza, la banda sonora ideal para ambientar un road tripping diurno. Hay un tributo al órden cósmico, al viaje de expansión a la conciencia, al equilibrio interior y a los misterios que se esconden tras fenómenos astrológicos y alquímicos.
Casi como un presagio de lo que ocurriría meses más tarde tras su accidente cerebrovascular, el disco tiene frases como “Cerca del final, solo falta un paso más, siente un déja vú” y termina con el track oculto # (Numeral), que se despide con la frase “Paré de contar”.




viernes, 8 de agosto de 2014

¿verdadero o falso? Lewis Baloue: un misterio insoslayable



Un hombre bronceado y rubio con tuxedo blanco sosteniendo un habano en mano. Un Mercedes Benz descapotable aparcado en un hangar privado. Sin más información en mano que ésa lo primero que se aprecia es un mundo ochentoso en la delgada línea que separa  lo fino de lo ordinario. Una especie de Bryan Ferry tostado que hizo abuso de la cama solar y que podría haber reemplazado a Don Johnson en Miami Vice.
La tipografía cursiva que acompaña esa imagen también es reminiscente a más iconografía de la era ostensible, siendo un trazo visto durante el efímero pico de éxito de Steve Winwood o Paul Young.

Querer escarbar más en el personaje de Lewis Baloue es una tarea, cuanto menos, difícil. Aún no figura información certera en Wikipedia y solo levantan noticia de él los portales hipster como Exclaim o Pitchfork, basados en los misteriosos anuncios del sello Light in the Attic.

La compañía lanzó este año hace unos meses atrás L’Amour, el debut del cantante solista, que supuestamente data de 1983. Lewis fracasó como potencial estrella y el material fue editado por el sello fantasma R.A.W, sin llegar a ver la luz del éxito comercial.

Básicamente los sonidos son etéreos y celestiales, con arreglos de piano atmosféricos, voces casi imperceptibles y destellos acústicos en guitarra con cuerdas de nylon que remiten a Arthur Russell, Thirteen Moons, al compositor cinemático Angelo Badalamenti o al Bruce Springsteen de Nebraska. ¿Cómo se llega a hablar hoy de un hallazgo que pasó  inadvertido hace 30 años? Gracias a Jon Murphy y Aaron Levin, dos coleccionistas de rarezas en vinilo que decidieron sacar a la superficie el tesoro que encontraron en una feria de discos en Edmonton para compartirlo en  la web y comercializarlo con el sello independiente.

Hay más dudas que certezas alrededor de Baloue y quizás este halo de incertidumbre despierta mayor curiosidad  e interés que su misma música. Según cuentan, el hombre (llamado en realidad Randall Wulff), era un bon vivant que se trasladaba a todas partes en su auto de alta gama con una top model (los créditos en el disco indican que podría haber sido Christie Brinkley). Lewis grabó en unos estudios de Los Angeles y contrató para la fotografía de portada al documentalista punk Ed Colver. Parece que jamás le pagó ni un centavo por su trabajo y que, huyendo de las deudas, se dio a la fuga a la ciudad de Alberta en su Canadá natal, en donde décadas más tarde se encontraron por primera vez contadas copias de su debut. De ahí en más, al igual que “el hombre que se fue a comprar cigarrillos y nunca volvió”, reinó el misterio y la intriga. No se sabe si está vivo o muerto, nadie tiene registros de haberse topado con él.

Amén de esta cuestionable existencia, el mito fue acrecentándose, adquiriendo seguidores y cotizándose en alza (hay quienes llegaron a ofertar hasta u$1800 por su LP en eBay).

Como si el fenómeno no fuese lo suficientemente extraño de desentramar, ahora el mismo sello que expandió su debut encontró gracias al DJ Kevin ‘Sipreano’ Howes un segundo disco de 1985 bautizado Romantic Times en el mismo ático que el trabajo anterior. En este hay mayor experimentación y el crooner pop pasea su torturada y susurrante voz en falsete hacia bases de sintetizadores lánguidos, sin sonar tan melancólico pero sí creando ante el oído sensaciones más oníricas, trayendo de vuelta recuerdos a otras voces como las de Chris Isaak, Daniel Lanois, Dave Jaurequi (Fox Bat Strategy) y Julee Cruise ambos colaboradores de David Lynch) o propuestas más modernas como Lana Del Rey, How To Dress Well  y Mac DeMarco.

El rock presentó varios enigmas en estas cinco décadas de historia: desde el destronamiento del personaje Ziggy Stardust de David Bowie, pasando por la reclusión del mismo Duque por diez años de silencio (en los que se especularon todo tipo de cosas: desde retiros hasta enfermedades o la misma muerte), la desaparición de Richey Edwards de Manic Street Preachers hasta la presentación en sociedad de Sixto Rodríguez, un personaje anónimo del folk que tuvo furor en África durante el apartheid del que nunca jamás se supo nada hasta la llegada del documental Searching For Sugarman.

Este caso de Lewis bien podría llegar a encasillarse como el rescate emotivo de una perla que jamás brilló o ser una falsa alarma, el mito 2.0 de un grupo de amigos que inventaron un gran circo para promover su música alrededor de un sujeto inexistente.

A esta altura conviene y tiene más encanto no saberlo realmente. Es preferible que la imaginación complete esa ficha y guíe la escucha en un marco contextual. En tiempos donde lo explícito ya casi resulta obsceno, la cuota de misterio  y desinformación se hace un factor de promoción  necesario y atractivo.









miércoles, 18 de junio de 2014

Sky Ferreira en Niceto: pop en vías de definición al gran salto



Heroin chic. Socialité. Actriz. Modelo de firmas como YSL, Maison Kitsuné, Forever 21 y American Apparel. Popstar rebelde que salió bastante ilesa de las maniobras comerciales de la industria discográfica (que intentó explotar sin éxito su talento a imagen y semejanza de Selena Gomez, Demi Lovato o Miley Cyrus). El curriculum de Sky Ferreira incluye un mix de todos estos rubros, que le trajeron tanto oportunidades como prejuicios a la hora de ser escuchada. La cantante californiana de 21 primaveras, para lo que son los meteóricos tiempos actuales, viene construyendo los cimientos de su carrera a paso lento pero firme. Si bien el gen del estrellato estaba latente desde su niñez, siendo criada por su abuela (la estilista personal de Michael Jackson), tuvo que presentarse en varios castings y tocar puertas de productores como Bloodshy & Avant antes de grabar sus dos EPs y, finalmente, dar forma a su disco debut.
Night Time, My Time salió en el 2013 y representó la consolidación de su madurez y crecimiento, un registro de doce canciones teen en la línea de Pure Heroine de Lorde sobre enredos, desamores y la búsqueda identitaria que llegó en un momento oportuno, demostrando que había otro público que no necesariamente exigía sexo o escándalos para ser conmovido (obviemos la controversia cercana al lanzamiento de Ferreira escrachada por posesión de drogas y que en la portada del álbum apareciera fotografiada en paños menores por el cineasta Gaspar Noé).

En ese contexto Sky llegó de visita a nuestro país, con su primer disco en mano en un momento de transición musical y expansión al mainstream traída por la productora cazatalentos Indie Folks.

Tras la apertura de los marplatenses Manta Raya y del set de Oscar Fernández Roho, Sky salió al escenario de Niceto vestida con campera de cuero, borcegos y vestido, curtiendo un look que deja en evidencia sus mayores referentes estéticos: desde la Madonna ochentosa, pasando por la Debbie Harry de la época C.B.G.B hasta llegar a personajes vampirezcos y darks de films comoThe Hunger u Only Lovers Left Alive.

La noche arranca a puro synth pop con “24 Hours” y “Ain’t Your Right”, muestras de reciclaje de lo que se escuchaba hace tres décadas atrás con los condimentos y la producción precisa para ser potenciales hits de radio de esta era. La cosa se encamina hacia un costado más rockero con “Boys”, “Omanko” o “Nobody Asked Me (If I Was OK)”, temas de base ramonera con sintetizadores que no ocultan su sutil devoción por Suicide o Harmonia.
El show ATP denota que el público no supera los medianos veintes y que al verla se desvive en gritos agudos, manos toquetonas y hasta la tirada de alguna que otra bombacha o remera, a la que el propio Zachary Cole Smith (novio de Ferreira y líder de DIIV) termina vistiendo.

Lejos de la imagen retraída, irónica e ida à lo Ghost World que varios imaginan de ella, Ferreira es bastante dada con el público. Mientras canta firma autógrafos, lee pancartas y hasta secuestra las cámaras de fotos de varios para capturar lo que pasa onstage , sacarse unas cuantas selfies y devolverle a sus seguidores souvenirs audiovisuales que más tarde terminarán siendo placas colgadas en Instagram.

La música se pasea entre dos polos: el pop pegajoso que repica en los oídos una y otra vez (escuchado en temas como “Lost In My Bedroom”, “Love In Stereo” o “I Blame Myself”) y el rock edulcorado de “Heavy Metal Heart” (dedicada a su media naranja Cole) o “I Will”. Pero el momento clave llega con el parate acústico y a capella de “Werewolf” y “Sad Dream” (canción que rara vez suena en vivo a la que obsequió emocionada entre lágrimas). Ahí se refleja el verdadero potencial de ella, una privilegiada voz natural que, más allá de estar respaldada por pistas y grabaciones, suena en vivo fiel a su versión de estudio sin hacer mayores esfuerzos.

Promediando la hora el show va jugando sus últimas cartas con el anti-simple que bautiza a su placa, un tema oscuro y lyncheano que la planta como a una Laura Palmer poseída y en trance recitando mantras y por último “You’re Not The One”, track por demás bailable.

La explosión eufórica llega con el bis “Everything Is Embarassing”, ese comodín infalible con repetitivos patterns en máquinas de ritmos que le trajo popularidad gracias a Dev Haynes (aka Blood Orange).

Ferreira deja la sensación de estar a medio camino de un largo viaje: no es más una chica adolescente pero tampoco una mujer, acude a la retromanía de los 80s y 90s pero no le va la falsa nostalgia, sus sonidos coquetean con el rock ruidoso y no siguen los parámetros de la escuela pop genérica de ahora pero tampoco huyen de ser comerciales y masivos.

Ojalá en los próximos años podamos atestiguar hacia qué galaxia enfila, porque polvo de estrella hay y de sobra.


Txt: María Gudón

Nota hecha para VOMB











miércoles, 30 de abril de 2014

Baby you can drive my car (videoclips automovilísticos)



Históricamente, los autos han sido símbolos de poder y de status. Parte de la vida nos la pasamos arriba de un medio de transporte: trasladándonos para nuestras actividades diarias, yendo al trabajo, a estudiar, de vacaciones o simplemente por puro ocio y divertimento.

Acá van una serie de videos en donde se ven estas aventuras sobre ruedas musicalizadas:

The Cardigans – ‘My Favourite Game’



Nina Persson, la voz al frente de los suecos The Cardigans, es una kamikaze al volante que pone una piedra pisando el acelerador  de su destartalado Cadillac Eldorado y sale a conducir al vacío de la ruta, dejando que el destino la impacte, desafiando las leyes viales y yendo a contramano del mundo.

El video fue rodado por el siempre polémico Jonas Akerlund en la zona aledaña al desierto de Mojave, California.




Madonna – ‘What It Feels Like For A Girl’



La madama del pop se comporta como una villana de Tarantino, dispuesta con toda sed de venganza a arrollar a quien se entrometa en su camino. Pasa a buscar con su Camaro deportivo a una anciana, roba dinero, distrae a unos policías, hace unos cuantos ‘pagadiós’, cambia de identidad y licencia y se proclama como una vándala del asfalto.

Datos de color: el video fue dirigido por su ex marido (el cineasta Guy Ritchie) en varias locaciones de Los Angeles y el remix que se escucha es del DJ Paul Oakenfold.


El pasaje dialogado en la intro es una cita a Charlotte Gainsbourg en el film The Cement Garden (1993). Madonna lo utilizó junto a un lenguaje gráfico violento para llevar al plano de la fantasía las conductas que socialmente no se esperan de una mujer.




Radiohead – ‘Karma Police’





Thom Yorke es el pasajero en un fantasmal Chrysler New Yorker del ’76 que no esta siendo conducido por nadie. Al cabo de ver por un rato un chato paisaje nocturno, se vislumbra la  confusa silueta de un sujeto (interpretado por el actor húngaro Lajos Kovács) que no para de correr hacia el horizonte. Justo cuando Yorke tiene a su presa al acecho y esta se rinde por cansancio, algo inesperado sucede.

Gasolina, incendios y un revertido final de película son servidos gracias a la maestría de Jonathan Glazer.


Stereophonics – ‘Dakota’



Este fue el tema más exitoso con el que los galeses de Stereophonics entraron al mercado norteamericano, ‘Dakota (Your Made Me Feel Like The One)’. Tal como lo anuncia el título, el clip fue filmado al sur de Dakota y dirigido por el mismo cantante Kelly Jones, que maneja un Mustang convertible del ’66 por paisajes históricos como el Monte Rushmore.



Queens Of The Stone Age – ‘Go With The Flow’

La banda stoner rock QOTSA se lanza al polvoriento suelo rutero de California a tocar sus potentes riffs en un video dirigido por el colectivo creativo Shynola, que se adelanta años antes a la estética Sin City (2005).

Jeeps, mujeres pulposas y de curvilínea geografía, velocidad y rock aplanador se filtran en cuatro colores: negro, blanco, bordó y rojo sangre.



Audioslave – ‘Show Me How To Live’



Chris Cornell y su grupo power rock  post-Soundgarden toman el volante, escapando de la policía y jugando picadas con otros conductores rivales en las áridas rutas californianas.

El auto del video es una réplica del Dodge Challenger utilizado en la road movie Vanishing Point (1971). En la edición del clip, dirigido por el Bucky Fukumoto y Johannes Gamble, se mezclaron escenas del rodaje con fragmentos originales del film.



M.I.A – ‘Bad Girls’

La controversial rapera M.I.A, un pastiche policultural producto de la globalización, se juntó luego de ‘Born Free’ nuevamente con Romain Gavras para darle forma al video de ‘Bad Girls’ en las disfrazadas tierras marroquíes.

El video tiene stunts haciendo arriesgadas peripecias automovilísticas, guiños a Afgantistán y Arabia y un  mundo gangsta-swag dominado por chicas rudas ataviadas en animal print y colores platinados.



Kanye West – ‘Flashing Lights’



Una pulposa y fornida mujer en vertiginosos tacos (la playmate Rita G.) se baja de un auto y, dando fuertes pasos camina hacia el frente incinerando sus ropajes en un escondido sendero de Las Vegas. Quedando en lencería y portaligas, se acerca en cámara lenta al baúl de su Ford Mustang Bullit y, para sorpresa, tiene aprisionado de pies y manos a Kanye, a quien le da un beso de despedida y muele a palazos.

R&B, synth pop y smooth hip hop se mezclan en un crímen pasional dirigido por el brillante cineasta Spike Jonze.


Jamiroquai – ‘Cosmic Girl’





La epítome de lo cool en los 90’s fue Jay Kay, un blanco británico que, con gusto refinado se metió en el terreno disco-funk negro. Los videos no podían quedarse atrás y muchos (como ‘White Knuckle Ride’ o ‘King for a Day’) muestran lujosas carrocerías, bellas mujeres y gran escenografía teatral.


‘Cosmic Girl’, dirigido por Adrian Moat, rotó en la MTV sin cesar y quedó fijo en la retina de los fanáticos del automovilismo por su semejanza a un campeonato de rally. Jay maneja con su bajista Stuart Zender de copiloto un Lamborghini Diablo SE30 púrpura en pleno amanecer por las colinas españolas de Cabo de Gata. En la ruta se reta a duelo con otros dos autos Ferrari, un modelo negro F355 y un F40 rojo, que, aparentemente fue prestado y pertenecía a la colección personal de Nick Mason, el baterista de Pink Floyd.


Dr. Dre feat. Snoop Dog – ‘Still Dre’



Antes de la cultura bling bling expresada en joyas, algunos rappers demostraban ostentación con sus autos y mujeres, dos elementos que ningún MC se privaba de tener en sus videos.

La crew de raperos, liderada por Snoop y Dr.Dre (con cameos de Xzibit y el aquel entonces ignoto Eminem), desfila por las calles suburbanas con autos lowriders tipo Chevy Impala  escoltados por un ejército de mulatas caderonas y meneadoras, recordándole a los barrios bajos que la fama no los cambió y que estaban de regreso para representarlos.

Dato de color: el tema fue co-compuesto entre Dre y Jay-Z
Dirección: a cargo de Hype Williams


Whitesnake – ‘Here I Go Again’



El sexo al volante puede matar. David Coverdale intenta concentrarse en el manejo de su Jaguar XJ pero le resulta imposible gracias a la distracción constante de la actriz Tawny Kitten, que se le tira encima susurrándole cosas al oído, haciéndole  un baile y mostrándole sus muslos.

Marty Callner, director de la mayoría de clips de Whitesnake, deja en claro de qué iban los hardrockeros 80s: melenas salvajes y ensortijadas, hairspray, pantalones de cuero cubriendo entrepiernas y solos de metal plástico.


Beastie Boys – ‘Sabotage’

Emulando el estilo de series policiales de los ‘70s como Starsky & Hutch, S.W.A.T o The Streets of San Francisco, Spike Jonze propone una persecución disfrazando a Ad Rock, Mike D y MCA de detectives privados, jefes del F.B.I, mafiosos y rateros.

El video fue tan popular e influenciable en su estilo que hasta el mismo Danny Boyle lo citó como referencia para la intro de Trainspotting (1996).

Autos protagonistas: Ford LTD Crown Victoria del ’83, Nissan Sentra del ’84 y Volkswagen Eurovan del ‘93


OK Go! – ‘Needing / Getting’



Los siempre ocurrentes y divertidos OK Go! cuentan con el financiamiento de Chevrolet, que cede su jovial modelo Sonic (ex Aveo) para los experimentos de la banda indie.

El clip, dirigido por Brian Perkins, muestra al grupo en  un recorrido musical  con varias extensiones salidas del vehículo que, en movimiento, van chocándose con diferentes objetos e instrumentos y generan sonidos.

Double WIN simbiótico: la banda consigue sponsoreo y luz verde para poner en práctica sus ideas y la marca apuesta en el segmento juvenil al sentirse representada por las nuevas estrellas de YouTube.



Primal Scream – ‘Kowalski’




Bobby Gillespie se rodea de gente amiga: invita a las top models Kate Moss y Devon Aoki a mostrar su costado reo. Ellas asaltan un Dodge Challenger, manejan a las chapas, atacan a los Primal Scream y se los cargan en el auto por Londres. Si la idea del clip parece cinematográfica es porque estuvo guionado por el escritor Irvine Welsh  y dirigido por Steve Hanft.

¿El resultado? Un cruza entre la heroína Tura Satana de Faster Pussycat Kill Kill! y el policial de TV británico The Sweeney.

El amor de la banda inglesa y los autos no termina ahí: años más tarde se repite con ‘Invisible City’

Dato relevante: el track esta incluido en el disco Vanishing Point, llamado así tras la road movie speed-freak metanfetamínica del ’71. La banda quiso recrear el espíritu hippie-paranoico del film underground a través de los 11 tracks del disco como soundtrack alternativo al ya existente.



UNKLE feat DJ Shadow and Thom Yorke – ‘Rabbit In Yoir Headlights’

Denis Lavant interpreta a un hombre enajenado vestido con una parka que camina sin rumbo por un túnel fuera de sí, arrojando incoherencias al aire. El sujeto encapuchado es atropellado reiteradas veces y en todas vuelve a ponerse de pie. Hasta que el paragolpes de un Vauxhall Cavalier MK2 choca contra su cuerpo, que sufre el impacto final en posición de crucifixión.

Data: el director Jonathan Glazer dijo haberse basado en las imágenes de la serie de TV ochentosa Made in Britain, de Alan Park. Para que la escena fuese más creíble dejó que se filtrara el sonido ambiente de bocinas y tránsito al audio original del track.


Red Hot Chili Peppers – ‘Scar Tissue’


Californication fue uno de los discos más consagrados de R.H.C.P. Aparte de contener gancheros hits radiales el motivo de su éxito también estuvo potenciado gracias al regreso de John Frusciante a la banda. El video de ‘Scar Tissue’, filmado por la directora Stéphanie Sednaoui, lo tiene al guitarrista al volante de un baqueteado Pontiac Catalina descapotable del ’67 manejando en pleno atardecer, con sus heridos compañeros de banda acompañándolo en el asiento trasero.



Depeche Mode – ‘Wrong’



Un auto va en dirección contraria al tránsito pasando por alto las leyes viales. Al principio parece no haber conductor, hasta que se proyecta en el interior a un sujeto enmascarado en latex tirado e inconsciente (interpretado por el batero de la banda Liars). El hombre, una vez que cobra conocimiento, trata a toda costa de liberarse de las involuntarias fallas cometidas pero no puede y se lleva por delante peatones, carteles y cestos de basura.

Director: Patrick Daughters
Auto: Ford Crown Victoria

La devoción de Depeche Mode por hacer música nocturna y rutera años antes se había manifestado en el clip ‘Dream On


Aerosmith – ‘Crazy’



Se cumplen exactamente 20 años de este clip de heavy rotation de MTV. Pero amén de ser un oldie, seguirá eternamente en la categoría de clásico de todos los tiempos.

Dos colegialas, interpretadas por la valley girl Alicia Silverstone y Liv Tyler (que en por ese momento  no sabía que era hija del cantante Steven), se fugan a tientas de sus responsabilidades para cometer locuras adolescentes en un Ford Mustang descapotable. Se despojan de sus uniformes y aprovechan su belleza para conseguir beneficios.

Inocentes saqueos a tiendas, strip-dance erótico, pole-dance, cuartos compartidos de motel y hitch hickers ruteros en un mismo video creado por Marty Callner.


Metallica – ‘Fuel’

Metallica queda fijado en el cliché rock pesado= velocidad con un tema que habla sobre salir recargado en gasolina, pisar el acelerador y meter quinta a fondo. Wayne Isham capta la energía de la banda en un incandescente clip lleno de autos rápidos y furiosos que corren picadas y se estrellan.


Jarvis Cocker – ‘Don’t Let Him Waste Your Time’


Los coiffeurs y taxistas son como psicólogos sociales modernos pero sin título. En sus jornadas de trabajo escuchan catársis de clientes confianzudos todo el tiempo. En su debut solista, el cantante de Pulp se pone en el rol de un cab driver y levanta a una pasajera que viene de una discusión de pareja. Cocker la aconseja y asesora sabiamente pero en el medio se olvida de su profesión y resulta ser un conductor de lo más atropellado.

Dirección: Dougal Wilson



Gorillaz – ‘Stylo’



Murdoc, 2D y Noodle viajan en un Chevrolet Camaro del '69 por las rutas del pueblo californiano de Calico a toda máquina, huyendo de la policía. En el medio se ven interceptados por Bruce Willis, que aplicando sus tácticas de Die Hard los persigue a balazos en su Chevy El Camino modelo '68. El clip es una mezcla entre Death Proof y el film de terror australiano Wolf Creek (2005).
Por primera vez, la banda virtual y animada se ve representada en tecnología 3D CGI gracias al multipremiado estudio creativo Passion Pictures, que trabajó bajo las órdenes de Pete Candeland.


George Harrison - 'Faster'
Durante 1977, Harrison se tomó un año sabático de la música para volcar su tiempo en otra de sus pasiones: el automovilismo y las carreras de Fórmula Uno.
Dos años más tarde edita su disco solista homónimo y uno de los temas de éste le rinde homenaje al piloto Niki Lauda tras la competencia Watkins Glen.
La influencia se nota en todos lados: desde el título (tomado del libro autobiográfico de Jackie Stewart), pasando por el sonido (que incorpora sonidos del Grand Prix británico del '78) hasta el videoclip.
Décadas más tarde, el popstar Robbie Williams casi que terminó plagiando la idea para su simple 'Supreme'.