miércoles, 18 de junio de 2014

Sky Ferreira en Niceto: pop en vías de definición al gran salto



Heroin chic. Socialité. Actriz. Modelo de firmas como YSL, Maison Kitsuné, Forever 21 y American Apparel. Popstar rebelde que salió bastante ilesa de las maniobras comerciales de la industria discográfica (que intentó explotar sin éxito su talento a imagen y semejanza de Selena Gomez, Demi Lovato o Miley Cyrus). El curriculum de Sky Ferreira incluye un mix de todos estos rubros, que le trajeron tanto oportunidades como prejuicios a la hora de ser escuchada. La cantante californiana de 21 primaveras, para lo que son los meteóricos tiempos actuales, viene construyendo los cimientos de su carrera a paso lento pero firme. Si bien el gen del estrellato estaba latente desde su niñez, siendo criada por su abuela (la estilista personal de Michael Jackson), tuvo que presentarse en varios castings y tocar puertas de productores como Bloodshy & Avant antes de grabar sus dos EPs y, finalmente, dar forma a su disco debut.
Night Time, My Time salió en el 2013 y representó la consolidación de su madurez y crecimiento, un registro de doce canciones teen en la línea de Pure Heroine de Lorde sobre enredos, desamores y la búsqueda identitaria que llegó en un momento oportuno, demostrando que había otro público que no necesariamente exigía sexo o escándalos para ser conmovido (obviemos la controversia cercana al lanzamiento de Ferreira escrachada por posesión de drogas y que en la portada del álbum apareciera fotografiada en paños menores por el cineasta Gaspar Noé).

En ese contexto Sky llegó de visita a nuestro país, con su primer disco en mano en un momento de transición musical y expansión al mainstream traída por la productora cazatalentos Indie Folks.

Tras la apertura de los marplatenses Manta Raya y del set de Oscar Fernández Roho, Sky salió al escenario de Niceto vestida con campera de cuero, borcegos y vestido, curtiendo un look que deja en evidencia sus mayores referentes estéticos: desde la Madonna ochentosa, pasando por la Debbie Harry de la época C.B.G.B hasta llegar a personajes vampirezcos y darks de films comoThe Hunger u Only Lovers Left Alive.

La noche arranca a puro synth pop con “24 Hours” y “Ain’t Your Right”, muestras de reciclaje de lo que se escuchaba hace tres décadas atrás con los condimentos y la producción precisa para ser potenciales hits de radio de esta era. La cosa se encamina hacia un costado más rockero con “Boys”, “Omanko” o “Nobody Asked Me (If I Was OK)”, temas de base ramonera con sintetizadores que no ocultan su sutil devoción por Suicide o Harmonia.
El show ATP denota que el público no supera los medianos veintes y que al verla se desvive en gritos agudos, manos toquetonas y hasta la tirada de alguna que otra bombacha o remera, a la que el propio Zachary Cole Smith (novio de Ferreira y líder de DIIV) termina vistiendo.

Lejos de la imagen retraída, irónica e ida à lo Ghost World que varios imaginan de ella, Ferreira es bastante dada con el público. Mientras canta firma autógrafos, lee pancartas y hasta secuestra las cámaras de fotos de varios para capturar lo que pasa onstage , sacarse unas cuantas selfies y devolverle a sus seguidores souvenirs audiovisuales que más tarde terminarán siendo placas colgadas en Instagram.

La música se pasea entre dos polos: el pop pegajoso que repica en los oídos una y otra vez (escuchado en temas como “Lost In My Bedroom”, “Love In Stereo” o “I Blame Myself”) y el rock edulcorado de “Heavy Metal Heart” (dedicada a su media naranja Cole) o “I Will”. Pero el momento clave llega con el parate acústico y a capella de “Werewolf” y “Sad Dream” (canción que rara vez suena en vivo a la que obsequió emocionada entre lágrimas). Ahí se refleja el verdadero potencial de ella, una privilegiada voz natural que, más allá de estar respaldada por pistas y grabaciones, suena en vivo fiel a su versión de estudio sin hacer mayores esfuerzos.

Promediando la hora el show va jugando sus últimas cartas con el anti-simple que bautiza a su placa, un tema oscuro y lyncheano que la planta como a una Laura Palmer poseída y en trance recitando mantras y por último “You’re Not The One”, track por demás bailable.

La explosión eufórica llega con el bis “Everything Is Embarassing”, ese comodín infalible con repetitivos patterns en máquinas de ritmos que le trajo popularidad gracias a Dev Haynes (aka Blood Orange).

Ferreira deja la sensación de estar a medio camino de un largo viaje: no es más una chica adolescente pero tampoco una mujer, acude a la retromanía de los 80s y 90s pero no le va la falsa nostalgia, sus sonidos coquetean con el rock ruidoso y no siguen los parámetros de la escuela pop genérica de ahora pero tampoco huyen de ser comerciales y masivos.

Ojalá en los próximos años podamos atestiguar hacia qué galaxia enfila, porque polvo de estrella hay y de sobra.


Txt: María Gudón

Nota hecha para VOMB